domingo, 29 de abril de 2012

ConversanDOS. Telepacífico, Abril 27, 2012. Yves Moñino conversa con Darío Henao y Fabio Martínez. VIDEO.

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* Se actualiza periódicamente. Abril 29, 2012

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ConversanDOS. Telepacífico 
Yves Moñino 
conversó con Darío Henao y Fabio Martínez. 
Culturas africanas y colombianas. Vínculos.

Emisión: Abril 27, 2012. 
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Participaron, además: 
Hernando Urriago, Medardo Arias y Gabriel Ruiz. 

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Algunas tomas del video (enlace más adelante*)
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Darío Henao y Fabio Martínez
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ConversanDOS. Telepacífico
 
* VIDEO (46:05 min): 
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EN la NTC ...-nube Google Drive (VIDEO) :
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Participación de Moñino en algunos debates adelantados en Colombia
Tomas del video
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Fuentes de las imágenes: 
(Izq.) http://ntc-documentos.blogspot.com/2012_03_14_archive.html (internet-grafía sobre Y. M.), 
(centro) http://ntc-documentos.blogspot.com/2008_07_21_archive.html (Sociedades organizadas y sociedades primitivas) , 
(Der.) http://ntc-documentos.blogspot.com/2009_07_25_archive.html (Sobre Sebastían de Belalcazar)
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 Sobre Yves Moñino y su estadía en el Valle del Cauca (Colombia),
 ver: 
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Algunos de los temas tratados en esta edición de ConversanDOS: 
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“CALI-GRAFIAS. LA CIUDAD LITERARIA . Cali-graphies: La cité littéraire”.  Antología . Autores varios. Compiladores: Fabio Martínez y Hernando Urriago Benítez. 418 páginas . Universidad del Valle - Vericuetos nº 22 (París).  Febrero de 2008. Coordinador de Traductores y traductor: Yves Moñino.  
NTC ... Edición digital del libro completo, Click AQUÍ

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jueves, 26 de abril de 2012

Entrevista Final a Vargas Vila. Por Marcelino Valencia BARCELONA, Febrero 25 de 1932.


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* Se actualiza periódicamente. Abril 26, 2012

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Entrevista final a Vargas Vila
Por Marcelino Valencia 
https://docs.google.com/file/d/0B-ABjQmYGMXbNjh3XzJLNTlrUXc/edit

BARCELONA, Febrero 25 de 1932


INTRODUCCIÓN.  Por: Jorge Enrique Valencia M., su sobrino. 
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Magazín Dominical
Cali, 4 de junio de 1989

Magistrado del Tribunal Superior de Cali

"Cuando yo muera, poned mi cuerpo desnudo,
(como la tierra vino;
en una caja de madera de pino;
sin barniz, sin forros, sin adornos vanos
de necia ostentación;
poned mi pluma entre mis manos;
y el retrato de mi madre sobre mi corazón;
y como epitafio, grabad únicamente esto:
VARGAS VILA

Creyendo que en la inteligencia reside la sa­tisfacción verdadera, con el escepticismo de su equilibrio vital y actuando según su propio estilo y la idea de sí mismo, vive Marcelino Valencia -nuestro-tío- en Madrid. Anda con el siglo lo que equivale a decir que tiene 88 años. Apenas pasados los 19 años publicó su primera obra: Defensa Social. A ella se sumaron, Columna Rota (1930), Rastros (1932) y Resplandores (1935), entre las más notorias.


Muchos ensayos y artículos lo llevaron a ser Miembro de Honor de la Sociedad Académica de Historia de París y corres­pondiente de la Academia I- hispanoamericana de Ciencias y Artes de Cádiz. El ejercicio de la abogacía primero y la política después (Senador y Presidente del Congreso) lo absorbieron por completo. Por conocer a los hombres -demasiado quizás- se apartó voluntariamente el doctor Valencia del comercio de ideas y sentimientos que caracterizan nuestro conglomerado y su idiosincrasia. No cuesta imaginar el acierto de su conducta echando de ver el medio y los hombres. Antes de viajar a España -dicho sea de pasada- se desprendió bondadosamente de un raro ejemplar de su libro "Rastros", único que poseía, recomendándome, como un acto de fe, la lectura de la entrevista que él hiciera a Vargas Vila, seis meses antes de su óbito. Por razones que no son de este instante postergué su lectura -una más de las equivocaciones que con tanta frecuencia cometo- y apenas ahora, libre ya de ata­duras, he logrado meditar finalmente en las calidades superiores de la filosofía personal de este ser inmenso como escritor y como hombre. Cuántas cosas pudieran decirse en derredor de su figura original y sorprendente ¡Y es natural! El vigor de su espíritu y de sus ideas en defensa siempre de la libertad que nunca periclitaron; su coraje para defenderla a costa incluso de su misma vida; su rechazo a todo aquello que simbolizara tiranía, autocracia, opresión y absolutismo, y su marcado desdén hacia la oscura medianía de quienes viven de prestado y sin más destino que una vida opaca y servil amén de un estilo literario penetrante, original ágil, deleitable y ameno, lo colocan, altivamente, en la es­cena de los grandes de Colombia. No hace falta decir más. 


Vengan, pues, como un eco de aquella época, las altas verdades consignadas en la memorable entrevista del 25 de febrero de 1932:

VARGAS VILA, EN BARCELONA

Le conocíamos por sus libros. ¿Sería necesario que le conociésemos por su persona? Un viejo anhelo nos impulsó a ello. Y lo realizamos.

Francamente, el Vargas Vila que todos hemos leído es el mismísimo que acabamos de ver, aunque casi vencido por una enfermedad cardíaca, allá en su lujoso apartamento de la calle de Salmerón. El mismo sarcástico, rebelde, satírico, irónico, espontáneo. Nada de inmodestia en su hablar. La modestia excesiva en un hombre superior que tiene conciencia de su obrar, es mera hipocresía. Mas tiene expresiones tan propias que, al mismo tiempo que se refieren a su "genio", caen como un sello caliente sobre un cutis delicado: queda la cicatriz o la impresión. Algunas podrían ser grabadas con el cincel de un artista. Parece que su cerebro, al permitir la manifestación de su pensar proyectara los adjetivos "como un arcabuz las balas".

Quiérase o no, gústele a la censura (no hay que confundir la censura con la crítica), Vargas Vila tiene un estilo muy suyo, no igualado por otro en América. Períodos que son un libro, frases que valen un capítulo, imprecaciones cortas que son todo un panfleto. Sonoro, grave, sólido, luminoso, extenso, su pensamiento ha volado muy alto, su pluma ha combatido mucha iniquidad, su estilo ha provocado serias inquietudes, todo ello marcado por una sinceridad sin límites, producto de energía interna y de exceso en el vivir. Vargas Vila es gran bienhechor del espíritu liberal en todo un Continente.

Alguno de los biógrafos de ese pesimista que se formula a sí mismo, dijo que los rayos de la corona de sus éxitos son de aclamaciones, y que su pedestal está hecho de insultos. ¿Qué mayor elogio para quien ha luchado en medio de los hombres?

Copiamos en seguida la esquela que nos mandó el compatriota solitario, desde su retiro:

"Barcelona, 25 de febrero de 1932" Muy agradecido a su deseo, tengo mucho placer en recibir a usted, en esta su casa, calle de Salmerón, No. 183, mañana viernes, de 4 a 6 p.m. "De usted atto. s.s, J.M Vargas Vila"

Y fuimos exactos en la cita.

Y las manos de un anciano nos saludaron con calor de amigo.

¿Es usted Vargas Vila?, preguntamos cómo desconfiados ante quien físicamente parece agotado por los años.
—SI, yo soy. Me ve usted viejo. Pero no gastado Trabajo siempre desde las 9 de la mañana hasta 1 de la tarde. Tengo 72 años de edad, y coincidencia rara, 75 son' mis libros. Tal vez no publique ya más. Pero ahí quedan —nos dijo señalándonos un rincón de su biblioteca— quince volúmenes de mi diario intimo que usted conocerá dentro de quince o veinte años cuando se publiquen, esto es, después de mi muerte. Y a propósito, ¿cómo vino usted aquí? Es preciso que los colombianos viajen por Europa para que me descubran...No saben que yo vivo. Ustedes no me conocen. Cuando se produce tanto, no es posible que se lea...Los perdono. Además, siendo mi vida una línea de rectitud, nadie me ha seguido porque siempre he dicho la verdad. Los colombianos me han colocado entre el novelista y el Panfletario, olvidando cuanto he escrito sobre Historia, Política, Sociología, etcétera.

Usted exagera maestro—le dijimos a Vargas Vila —.En Colombia nunca se le olvida. ¿No piensa usted volver a la patria?
—No lo pienso—contestó—. ¿Qué voy a hacer allá? Además, Colombia nada tiene que darme y yo nada tengo que pedirle.

—Pero al menos podría ser usted orientador... de juventudes...de masas...
—Todo lo he dicho en mis libros. Sin embargo quisiera que cada Aurora los encontrara a ustedes más adelante de la Aurora misma. Que no tuviesen miedo a las palabras. Que todos los días viviesen con esperanza de construir obras nuevas.

Es usted aún el mismo revolucionario ideológico de otrora—le observamos.
—Sí. Pero a la juventud de hoy no puedo ni debo hablarle de ideas modernas. Nada hay más fecundo que las ruinas. ¿No estuvo usted en Egipto? ¿Ha encontrado usted en la modernidad algo que valga lo que es antigüedad, que otros desprecian? ¿No encontró usted en la madurez de esas estatuas mucha más elocuencia que lo que ha encontrado en las palabras de los hombres más elocuentes en la Europa Occidental?

—Pero, ¿y Lenin?—hubimos de preguntarle. 
—Es demasiado grande para ser juzgado todavía y para saber si su obra ha hecho más bien o más mal al mundo, porque siempre quedará el derecho a preguntar si este mundo estaba preparado en su cobardía para el mantenimiento de esas ideas . Ya en Lenin he dividido siempre el traidor y el pensador; el hombre que abrió la brecha para que pasaran por ella los alemanes y el que-abrió la brecha en Rusia para que pasaran sus ideas.

Luego hablamos un poco de literatura.

—La literatura de post-guerra es una literatura, no de decadencia, sino de decaimiento. Un mundo de almas que se derrumba. Fuera de hombres como Barbusse que usted me ha citado, no hay sino un tipo que puede indicarse, pero éste sólo como el espécimen del ridículo marcado en el crimen: Mussolini. Son los dos extremos.

—No olvida usted a D'Annunzio?
—Estamos hablando de hombres. No de Genios. Gabriel D'Annunzio es hoy la única gloria auténtica existente sobre la Tierra. Eso no lo negaría nunca. Negar la gloria de los otros, es el triste consuelo de aquellos que no tienen ninguna.

— ¿Qué opina usted de Bernardo Shaw—le replicamos.
—Desprecio tanto el teatro—dijo —que confundo en él autor y a los auditores: son un mismo ejemplo de inanidad, desde Bernardo Shaw que hace reír a sus auditores, hasta sus auditores que ríen de Bernardo Shaw. Hoy no hay teatro, sino farsa. Y a mí la farsa no me interesa. Ni siquiera la farsa política, que es la más divertida de todas.

—Pero usted no puede renegar de su primera juventud, cuando movido por un ideal político a los veinticinco años fue usted un guerrillero...
—Sí. FI único sport que he ejercido yo: guerrillero. Y fue entre guerrilleros que yo encontré el anuncio de mi talento (digo talento por modestia). Y fue un guerrillero muy fuerte (y perdone el pleonasmo) que se llamaba Enrique Meza, quien, persiguiéndome hasta la frontera y poniendo precio a mi cabeza, quizá alcanzó a presentir lo que valía.

—Pero usted ha visto cómo sus esfuerzos y los de quienes lucharon por la Libertad no fueron vanos. en Colombia manda el Partido Liberal, ilustre Vargas Vila.
—Repase usted, amigo mío, la colección de Némesis y verá que nunca he creído en ese triun­fo. O al menos estoy seguro de no verlo.

—No podemos entonces comprenderlo—le objetamos
—. Usted envió un mensaje congratulatorio a la patria a  raíz del triunfo de Olaya Herrera, el actual presidente liberal.
—Es verdad, y lo explico. Con motivo de dicho triunfo electoral recibí de todos los países de América muchas cartas de felicitación (menos de Colombia). Mi respuesta fue dicho mensaje. Porque yo creí entonces que si no llegaba hasta la Humareda, al menos se podía llegar hasta Peralonso.

Y nuestra charla continuó sobre múltiples sujetos Charla amena y larga, amargada en veces por el lúgubre pesimismo de este "contemplativo amargado”, de este autor de Aura o las violetas. Naturalmente, hablamos del feminismo y de las mujeres. Y así exclamó el anciano:

—Las fatigué como ente físico, las he despreciado como ente ideológico. Por eso el voto de las mujeres no me agrada. De todos los animales, el más peligroso para ser dejado en libertad es la mujer. La mujer podrá llegar a ser libertina, no llegará nunca a ser libre. La mujer no debe tener derecho sino a un voto: el del macho con el cual va a propagar la especie.

—No estamos de acuerdo con su pensar, maestro En ese concepto nadie lo acompaña.
Realmente, así es. También estoy solo o casi solo en mi campaña contra el imperialismo yanqui...
¿No se da cuenta usted de que ese desprecio por la mujer, esas audacias de su pluma, le han creado y le crean enemigos?
—Tanto mejor. La crítica es necesaria porque a la estatua le es necesario el pedestal. Si es de espinosos encorvados ¿cómo me alcanzaría yo a ver?
Yo he triunfado no diciendo sino mi pensamiento, sin saber lo que pensaran los demás. Y diciendo en mi estilo. Por eso afirmo también que mientras en el mundo existan gramáticos, el talento tendrá censores, cuando el talento pasa los límites académicos...

—Pero dicen, ilustre señor, que el pedestal lo levantan en algunas ocasiones los propios enemigos. Luego éstos siempre sirven para algo­ le anotamos en seguida.
—Esto es verdad. Pero es que uno no siente la voluptuosidad en los pies—contestó irónicamente—.

Si el Dante llegó a la vejez coronado de vívidas aureolas, no fue en brazos de sus amigos, sino ante los puños cerrados y amenazantes de sus enemigos.
"Siempre he dicho mi verdad libremente, activamente, y no como esos cortesanos amanerados y cobardes que ensayan todas las formas de la genuflexión, sin fracasar en ninguna".

Y vino después una serie de apreciaciones del pensador colombiano respecto de distinguidos hombres de nuestro país. Recordó a "Morroquín", que llegó a la Presidencia de Colombia porque corrió detrás de una "perrilla”...”
—Sanín Cano es un personaje continental. No me explico cómo ha vuelto a Colombia. Es el mejor que ésta ha dado en los últimos tiempos. Que ésta ha dado en los últimos tiempos.
"Antonio José Restrepo tiene un talento inmenso y es más grande aún su ilustración. Vale muchísimo Y dígame esto, amigo mío: ¿al fin le dieron empleo al pobrecito?
" A Eduardo Santos lo conocí en París en una comida que nos dió mí sobrino, José de la Vega. Usted comprende que una mesa es el lugar más impropio para apreciar a los hombres. Pero Santos me dejó la impresión de ser hombre capaz, de los pocos que están al tanto de los problemas del país.
"Carlos E. Restrepo, sigue mamando. Ahora dizque está en Roma...
"A Marco Fidel Suárez lo siguen teniendo ustedes como un filósofo. Parece que toda su obra quedó reunida en tomitos de sueños. Y aun creen en él.
"A José Vicente Concha, como que piensan levantarle estatua.
¡Qué ironía! , Y no tiene siquiera un busto ese pensador enorme que fue Carlos Arturo Torres!
"Qué hay de Guillermo Valencia? Colombia no da dado después de él otro poeta, como la América no produjo ningún otro después de Rubén Darío. Hay versificadores profesionales, bordadores de tapicerías finas, asiduos pintores de biombos, laborantes en cera laca, fabricantes de dioses de celuloide, nada más. Valencia político ha muerto, no por sus ideas (que nunca ha tenido), sino por su poesía, como si los grandes idealistas fuesen inhábiles para los negocios del Estado. La ciencia del manejo de los pueblos, que dijo Platón, es un espacio vacío, desierto de toda idea. No existe mejor vehículo para la propagación de un ideal que la poesía. Como inspiradora de heroísmo, nada hay igual a la poesía, desde los tiempos de Homero. Los poetas y los artistas crearon a los dioses y han inspirado todas las artes...
"¿Y Luis Cano? ¿Sigue siendo periodista? Si, como usted dice, es de lo mejor que en Colombia sabe manejar una pluma, me lo explico. Por algo se es hijo de Catón.
"Pero casi ninguno de ellos ha publicado la obra, obras. Ninguno ha dejado de ser ensayista. No quieren producir. Porque escribir artículos es algo muy distinto de escribir obras... Yo desde hace mucho tiempo tengo las manos así, mírelas bien, muy abiertas, listas para aplaudir... mas parece que no las cerraré nunca."

Yo le agradezco mucho esta visita—nos dijo con profunda simpatía el panfletario colombiano—. Hace como diez años no leo un periódico del terruño. Es que no me queda tiempo sino para leer cosas grandes. Y hace mucho que no conversaba con un compatriota. Quizá el último a quien me fue dado tratar, fue al señor Vicente Arboleda, cónsul entonces en esta ciudad. Me dejó admirable impresión porque era ilustrado. Y recuerdo siempre este caso: en la puerta de entrada a su oficina, a su Consulado, tenía, como lo tienen casi todos los portones de las casas colombianas , una gran imagen del Corazón de Jesús, con esta leyenda:
“¡Detente! ¡No sigas! El Corazón de Jesús está conmigo". Un inglés que deseaba visar su pasaporte llegó al despacho del señor Arboleda. Pero al ver tal anuncio, después de largo esperar y observando que no lo quitaban, resolvió marchar...Creo que fue a París o en busca del más próximo cónsul colombiano, para ver si por allá no duraba tanto el maridaje del Corazón de Jesús con el empleado público de mi país...Tal vez logró la visa...

Luego, con permiso de Vargas Vila, nos pusimos a curiosear su biblioteca.

—Cómo tiene usted de buenos libros!, exclamamos entusiasmados.

—Sí. Los he tenido siempre. Y hoy los quiero más que nunca. En esta tarde occidua que es ya el riñón de la noche misericordiosa, que ha de devorarme no tengo más amigos que mis libros. Mendrugos de pan que quito a mi boca, para darlos a mi cerebro. Los míos ahí están. Los otros...A mi edad ya no se emprende nada, se ha sabido todo. Yo no tengo otros amigos con quiénes dialogar en mi ancianidad, en esta ancianidad que va a ser el fin de todos mis dolores. Me preparo a morir en la soledad más absoluta que haya rodeado a un hombre sobre la Tierra, a un hombre que fue Ministro Plenipotenciario de dos países, ninguno de los cuales fue su patria...Yo amo aún mucho esos libros.

Creo que son mi último amor. Desde ellos, ventanas abiertas sobre el mundo y veo la feria que el mundo nos ofrece: el rebaño humano pastando en las llanuras silentes, creyendo conmover con sus balidos y el corazón de las estrellas lejanas. En los libros pasan los hombres, se ven actuar, se oyen gritar, se escuchan llorar. Sus gritos llenan mi soledad...

—Quédale, además, a su ancianidad solitaria, el consuelo de la religión—dijimos conmovidos al escéptico con quien conversábamos.

—"No diga usted eso; veo bien que usted no me conoce —respondió— Mis consuelos son de mejor calidad. MM l musa no ha bogado en la barca de Jesús sobre el lago de Genezaret, sino en la barca de Neptuno, sobre las aguas del Helesponto; mis rosas son crecidas en los jardines de Aspasia; no conocieron el silencio campesino de los senderos galileos. Mi, consuelo está en mi obra, pero entristecido, porque no ha tenido sucesores, continuadores. Mi consuelo está en mi orgullo, en el orgullo de no haber doblado nunca la frente.

Aspiro a morir de pie, sin otra fe que la fe en libertad teniendo como lema de mi dignidad este imperativo mandamiento: ¡Ni Dios, ni Amo! "

El reloj dio las seis
Febrero 25 de 1932
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Gracias al aporte de Jorge Enrique Valencia
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Cali, Colombia.
* Se actualiza periódicamente. Abril 26, 2012
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De: Gustavo Álvarez Gardeazábal*
Fecha: Tuluá, El Porce,  26 de abril de 2012,  15:33
Asunto: marcelino valencia
Para: NTC …* Nos Topamos Con … http://ntcblog.blogspot.com * , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia.

Me ha emocionado leer de nuevo la entrevista de Marcelino con VV.

Conocí la prosa de Vargas Vila y tuve pretensiones de entenderla en su galimatías constante y sus revoluciones de oropel  por la amistad y el aprecio que me brindó Marcelino Valencia cuando yo era apenas un estudiante de Letras y su hija Inés compartía algunos cursos conmigo y con mi hermana, de quien era gran amiga.

Cuando Marcelino Valencia me narraba como era y como había conocido a Vargas Vila y miraba a su rededor en su casa del barrio Versalles, me sentía frente a un Vargas Vila revivido. Esa entrevista que tuve a bien conocer por su generosidad en el original, me pareció fundamental para entender  al panfletario polemista  agresivo pero  no al pésimo novelista que fue. Ahora que he leído las reediciones que están sacando en Caldas  de su cuasi contemporáneo Bernardo Arias Trujillo, tan panfletario como polemista y ese si buen novelista ,veo que el embrujo mediático se tragó al autor de Risaralda  y encumbró a Vargas Vila para que por estas calendas nadie sea capaz de leerlo de corrido y Arias, en cambio, se siga leyendo.

Mil gracias por republicar esa entrevista y por hacernos añorar al buen Marcelino.

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De: Carlos Vidales 
Fecha: ESTOCOLMO,  27 de abril de 2012 , 04:04
Asunto: Re: Entrevista final a Vargas Vila. Por Marcelino Valencia, Bracelona, 1932.
Para: NTC …* Nos Topamos Con http://ntcblog.blogspot.com * , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia.

Gracias por esa interesantísima entrevista, que no conocía. 

Siempre he sido un entusiasta lector del Vargas Vila antiimperialista, antioligárquico, anticlerical, libertario y librepensador (no tanto del Vargas Vila novelista). Fue amigo de José Martí, quien le dedicó un encendido elogio. Muchos creen, todavía hoy, que sus diatribas eran dardos venenosos contra "todos sus contemporáneos", como se ha dicho en algún texto. No. Cada una de sus diatribas tenía un contenido ideológico y cumplía un propósito de lucha por una causa, no por un capricho de megalomanía. Siempre estuvo al servicio de una idea superior: la libertad. Hizo del exilio su patria. Nunca claudicó.

Escribí un ensayo biográfico sobre Vargas Vila en 1997, que ha sido plagiado innumerables veces y que se publica con otras firmas, o sin firma, aquí y allá (por ejemplo, en la página de la Alcaldía Mayor de Bogotá, según constaté hace algunos años) sin que se respete mi exigencia de que se me otorguen los créditos de autoría. No importa, Eso confirma lo que Vargas Vila dijo sobre los sinvergüenzas de todas las latitudes. Aquí el enlace de mi ensayo:

http://hem.bredband.net/rivvid/carlos/VVILA.HTM

Otra cosa, más complicada, es la bibliografía del "panfletario". Nadie ha podido nunca hacer la lista completa, porque de cada una de sus obras se hicieron diversas reediciones revisadas por el propio autor y con diferentes editores. En esto de vender varias veces una misma obra, actualizada y modificada, Vargas Vila parece haber sido un genio. Su quemante denuncia de las tropelías cometidas por el imperio norteamericano ("Ante los bárbaros"), por ejemplo, fue actualizada dos veces y hay quienes conocen solamente la primera edición, muy incompleta.

Imitadores no le han faltado. Pero imitadores que escriben diatribas por el gusto de la diatriba, sin tener una causa superior, son solamente malabaristas del improperio, no profetas.

Saludos.


Carlos Vidales
http://losimportunos.wordpress.com/
http://luisvidales.blogspot.com/
http://hem.bredband.net/rivvid/
 
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viernes, 20 de abril de 2012

Contra los nadaístas (pero columnistas). Por Nicolás Morales. ARCADIA, No. 79

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* Se actualiza periódicamente. Abril 20, 2012

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Contra los nadaístas
 (pero columnistas). 
Por Nicolás Morales.  
ARCADIA, No. 79,  Abril 16, 2012. Impresa, Pág. 70 

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lunes, 16 de abril de 2012

DISCURSO PARA UN HONORIS CAUSA. Por Alfredo Vanín. Popayán, Enero 24, 2012.

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DISCURSO PARA UN HONORIS CAUSA
Por Alfredo Vanín


Popayán, enero 24 de 2012
Estimados asistentes:


Estoy con ustedes en este Paraninfo de la Universidad del Cauca, en virtud de  un reconocimiento que me entrega el Alma Mater y que es tan mío como de cada uno de los que decidieron acompañarme  en este día y a esta hora en la que la memoria se vuelve imprescindible. Porque un día de hace casi cuarenta años, cuando llegué a esta ciudad que me deslumbró por su tiempo congelado y por la osadía circular de sus investigadores, en la biblioteca de esta misma universidad me encontré con unos versos del peruano Javier Sologuren, que no he vuelto a leer y cito de memoria: Una idea, Dédalo / una idea / que iba a significar nuestro futuro.
Para entonces, andaba ya con la incierta idea de publicar mi primer álbum de poemas, de consolidar mi primer libro de cuentos  y de escribir mi primera novela, de manera decorosa. Pero esa idea chocaba una y otra vez con la posibilidad de permanecer sentado en las aulas de clase, como si existiera una ardua dicotomía, que no era más que el afán de romper fuentes en medio de lo atareado de una vida que se sabía comprometida con la poesía, y sabía de manera intuitiva, desde un día en una casa grande del río Saija, que había palabras que me gustaba juntar para saber cómo sonaban y, como lo confirmé en otra casa del río Guapi, que esas palabras me perseguirían, pero también que el mundo de la literatura era incierto y si era honrado y riguroso, se trataba de un viaje que no tenía marcha atrás,  que ya nada podía detenerlo. 
Ese viaje se había fortalecido con el premio de redacción en la escuela lejana, con otro premio en el bachillerato, con un profesor que me obligó a abandonar la timidez de los pseudónimos y finalmente con un espaldarazo que un maestro le da a alguien que empieza, con Helcías Martán publicando por primera vez mis poemas en su revista Esparavel y luego en Árbol de Fuego de Caracas. Así empezó todo.
Pero no era solo escribir poesía lo que me fatigaba, ni las sinuosas lecturas de los antiguos y modernos, ni las crónicas de un tiempo cambiante :  le empezaba a apostar  también a las poderosas palabras de los hombres y mujeres ribereños, con la explícita tarea de hacer visibles sus estéticas y ayudar a decodificar unas culturas que parecían perdidas en la vocación segregacionista y colonial de nuestros países afroindolatinoamericanos, como los llamaría Manuel Zapata Olivella, porque encontraba en esa manera de crear de manera individual y colectiva  tanto una respuesta al pasado como una apuesta hacia el futuro. Porque si algo define en últimas una cultura es lo que  come y lo que habla. La palabra florida, como la llamaban los aztecas, la palabra poderosa como la llaman los africanos, encarnó en estas tierras para entrelazarse con los vivos y los muertos, con los espíritus de las selvas y las aguas. Pero también para lanzar un mensaje de humanidad a los humanos, a los antiguos esclavistas o a los que siguen siendo solidarios, libertarios y revolucionarios  hasta el fin de los tiempos. La creación en la diáspora era también una manera de crear las metáforas del territorio y cantarlo en su más fina consonancia, en el mejor decir de las aguas fluyentes de la décima glosada y la copla, tomadas de la romancería española pero con ritmos y sabores nuevos.
Las dicotomías y conflictos marcaron la búsqueda, que iría a desembocar en párrafos de los que siempre me sentiré alerta y feliz, como cuando brotó ese texto llamado “Las culturas fluviales del encantamiento”,  o cuando ese poemario Cimarrón en la lluvia tomó forma y me mostró  por fin cuál era el tono de mi poesía, después de explorar varias maneras de aproximarme al verso en Alegando que vivo. Todo lo anterior quedó donde quedó, los primeros versos a la primera novia, las contradicciones existenciales todavía no depuradas, los vicios literarios heredados de una literatura a menudo más rimada que poética, salvo ocasiones en donde la rima sí corresponde a su objeto y cada palabra al fin fundamental de la poesía,  que es el de mostrarnos el mundo de una manera nueva para contradecirnos, para afirmarnos y últimas para humanizarnos.
Pero también era un desafío ser poeta en el departamento de los poetas Guillermo Valencia, Rafael Maya y Helcías Martán Góngora. Tres voces diferentes en un ámbito cerrado como lo son nuestras regiones, tan tradicionalistas, pero a la vez capaces de asombrosas renovaciones, de pasar de las finas tertulias parnasianas a las tertulias desbocadas de La Rueda, ese corto experimento literario que dejó tantos poemas como noches etílicas, y por el que pasé agradecido de su irreverencia. También era un desafío cantar desde la periferia, pero con los ojos puestos en el planeta y sus modernidades.
Confrontar y confrontarse, he allí la necesidad primordial de cualquier arte. Búsqueda permanente que me llevó a leer con asiduidad todo lo antiguo que encontré en un pueblo donde los magazines dominicales eran el único contacto con el mundo letrado de afuera, y a tratar de leer todo cuanto encontré cuando salí de las orillas donde había leído a Vallejo y a Neruda, y pisé las rutas de cemento donde encontré a Sedar Senghor, a Aimé Cesaire, a Borges, a  Nicanor Parra, a toda la caterva de poetas surrealistas,  a los futuristas italianos, y a otros sin escuela ni origen cierto que me marcaron para siempre, desde los rusos hasta los griegos modernos, desde los escandinavos hasta los cronistas gringos.
Entre tanto, la necesidad de volver a escuchar los relatos orales se hacía imprescindible, porque por algo los griegos habían empezado su mundo poético posterior a la tragedia con sus cantos de guerra de bardos errantes recogidos e hilvanados por un poeta ciego, y los españoles mantenían la tradición de sus relatos en las elaboradas literaturas de un Quevedo y un Cervantes.  La palabra oral y la palabra escrita en tablillas  o en imprentas, en constante interacción desde los mitos fundacionales de los pueblos y las más encumbradas literaturas  actuales, no han dejado de hermanarse y contradecirse,  de complementarse.
Cientos de viajes, por el Pacífico y Colombia, por otros lugares de América, me convencieron de la necesidad de renovarse a partir de la memoria más antigua, pero siendo modernos a toda costa, como vaso comunicante con todas las lenguas y culturas, de donde nos hemos formado y a las que también hemos influido. Un atardecer en Bahía de Solano, en El Charco o en el Noanamito, escuchando relatos de pescadores, de recolectoras de moluscos o músicas bravas de marimba, han sido siempre para mí una cátedra abierta de sabiduría, en los que se juntaron los relatos de animales de África, de la picaresca española, de la caballería europea y africana y los cuentos de animales, tan caros a bantúes.
Desde el Pacífico empecé a entender el Caribe, a entender que nos unen más cosas de las que nos diferencian, luego de desenmarañar ese prejuicio de las pseudoaristocracias, en donde lo negro era omitido como una herencia indigna.  Error histórico que ha marcado con traumas el camino de nuestras sociedades, incapaces de librarse por vía de su evolución de un lastre que se conserva como prueba de que alguna vez fuimos colonizados por los buscadores de la llamada “limpieza de sangre y de origen”, para designar a lo que supuestamente no tenía nada que ver en su origen con judíos, gitanos, moros y subsaharianos, en tierras de estos últimos, por pura ironía, de donde surgió la humanidad. Y  en tierras americanas estábamos hablando de hombres y mujeres que construyeron este mundo en medio de la abominación y la explotación sin límites, y le dieron a América una lección de libertad para las independencias. Y sin embargo, sus descendientes, también estigmatizados, pero con la fortaleza que hizo sobrevivir a sus antepasados, crearon la dulzura de la música, la fascinación de sus relatos con préstamos a sus orígenes y a sus invasores, crearon la manera de asimilar y transformar las injurias y en unión con los indígenas establecieron una manera de producir sin herir de muerte al medio ambiente, crearon una poiesis que todavía me encandila y que recibí en la niñez asombrada desde esas primeras historias de mi madre y los mayores y luego de la búsqueda consciente que me llevó por los senderos sin retorno hasta los momentos actuales en que nuestros pueblos padecen las masacres y los exilios que desarticulan sus vidas, sus familias y la gobernanza de sus territorios, donde no por casualidad se asienta la riqueza biogenética y la abundancia hídrica y, por qué no decirlo, el conocimiento de las relaciones que podrían llevar a gobernar el mundo de mejor manera, en la memoria de sus indígenas y sus afros, de sus mestizos, de sus ancianos y ancianas que aunque saben que sus tatarabuelos fueron arrancados del África o colonizados en estas tierras bravas, le cantan a los santos como si fueran los que dejaron atrás, bendicen sus días por haberles permitido conocer otro mundo, y elaboraron con sus manos los ritmos del río y de la lluvia, de la marimba, de los tambores, de la vida y la muerte de una manera nueva.
Sé, entonces, que éste es tanto un reconocimiento a mi labor literaria y de buscador de los senderos de la cultura oral y de la afirmación de nuestras culturas afroamericanas en su diáspora y en su transculturación y creación de nuevos elementos en América, y es también un reconocimiento a una región y a sus pueblos, a un departamento y aun país necesitado de voces que lo nombren, lo discutan y lo afirmen. Es una voz de aliento a las nuevas generaciones de poetas.
Sé que mis padres –María y Teodoro- si vivieran se habrían sentido orgullosos, como se sintieron una vez temerosos de que la literatura no me permitiera ganarme la vida, cosa que es cierta, porque la  poesía no es para  ganarse la vida sino para que la vida se lo  gane a uno. Los verdaderos poetas podrán no usar ahora barbas y cabelleras luengas, podrán no ser trotamundos sin pasaje, pero el conflicto no podrá salir de sus vidas, la tensión de vivir, la desorientación pero a la vez la terrible fe en que detrás de las apariencias se esconde lo legítimo, que la vida como la poesía es un salto al vacío, donde sabes cómo podrías empezar pero no adónde llegarás en medio de esas pugnas con la realidad que impone la creación artística.  Claro está que no todo es batallar: hay satisfacciones indescriptibles luego de lograr el tono acertado de un cuento o un poema, el feliz hallazgo de una historia o de un personaje. Pero sólo en la contradicción surge lo mejor de cada autor, de cada literatura, que sigue siendo múltiple y una.
Termino con mi agradecimiento al rector Danilo Reinaldo Vivas Ramos y al Consejo Superior de la Universidad del Cauca, a los artífices de este reconocimiento, especialmente a los profesores Elizabeth Castillo y Jhon Arboleda, que pusieron todo su empeño y coordinaron con la Universidad  el devenir de este reconocimiento. Va mi saludo desde esta tribuna a mis primeros profesores y profesoras del Colegio San José de Guapi, a mi  compañera Vilma, a mis hijos, a mis hermanos, familiares, amigos y paisanos, a los académicos, líderes comunitarios, poetas y escritores que siguen como aliados, a todos los que me brindaron su afecto y sus críticas, y en fin a  todos los que creyeron en cualquier lugar de la Tierra que la poesía es una manera de entender la vida, y que el compromiso con nuestros pueblos es una tarea impostergable, aun en medio del caos, porque las luces para navegar deben seguir mostrando el camino, y porque la lucha por  ser parte íntegra de un país, con todas sus diferencias y diversidades, es un derecho irrenunciable.
Termino por reconocer que si no hubiera nacido donde nací, otra hubiera sido mi poesía, pero me habría privado posiblemente de sus mareas cambiantes, de sus árboles ariscos, de sus moluscos navegantes y sus marimbas cósmicas, y del sonido del mar y de la selva que extravió la paciencia de balboa y enloqueció a los primeros conquistadores, pero a nuestros abuelos les ayudó a entender que la vida seguía y a sus descendientes las grandes metáforas del universo y de la vida
Termino por recordar una frase que aparece en mi primera novela, otro naufragio para Julio: “Del Pacífico nadie sale impune”.
Termino  con el breve poema que me hizo entender mi vocación definitiva, y aparece en mi primer folleto de poesía: ¿Qué decir de este día cuyo sol es sangriento? / ¿Qué escribiré en el libro de mis anónimas querellas?/Palabra: rescátame. / Poesía: averíguame.
Muchas gracias.
Alfredo Vanín
Popayán, enero 24 de 2012
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 NTC … agradece al Poeta Vanín por proporcionarnos el texto y por la autorización para publicarlo. 
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El poeta Alfredo Vanín  (Feb. 4, 2010). 
Fuente: http://ntc-documentos.blogspot.com/2009_12_01_archive.html
Muy honrada está la fotógrafa por la publicación de esta fotografía en la página 289 del libro "Palabra Afroamericana", Ensayo, de Medardo Arías Satizábal, el cual fue lanzado en la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero, en Cali,  el 13 de Abril de 2012. En este libro se publica un extenso ensayo (p. 289 a 314) titulado ""Alfredo Vanín, análisis de su obra desde "Alegando que vivo"". El poeta Vanín estuvo presente e intervino en el lanzamiento del libro. Detalles de este evento, ver & navegar: http://ntc-narrativa.blogspot.com/2012_04_14_archive.html . Allí enlace, entre otros, al video con la intervención completa del Poeta Vanín.   
   
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ENLACES 
REGISTROS anteriores EN LA WEB DE LA U. del Cauca
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Enero 16, 2012
Unicauca entregará título de Doctor Honoris Causa al poeta Alfredo Vanin
El acto se cumplirá en el Paraninfo Francisco José de Caldas el martes 24 de enero de 2012. 
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Enero 25, 2012
Unicauca entregó título de Doctor Honoris Causa a al poeta caucano Alfredo Vanín
La institución reconoce así el aporte literario y cultural del escritor, quien a través de su poesía ha contribuido al conocimiento del pacífico caucano.
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Publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con 
* Se actualiza periódicamente. Abril 16, 2012
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